Desperdicio alimentario en algunas parcelas de caqui

La falta de soluciones fitosanitarias –químicas o biológicas– está echando a perder más de 162.000 toneladas de cítricos, caquis y almendras en el campo valenciano

AVA-ASAJA denuncia el desperdicio alimentario que en algunas parcelas de caqui llega al 80% a causa de las restricciones europeas en la lucha contra plagas

Valencia, 21 de octubre de 2019. Uno de los caballos de batalla de la Organización de las Naciones Unidas para la  Alimentación y la Agricultura (FAO) radica en minimizar el desperdicio alimentario y, en consecuencia, la Comisión Europea está poniendo el foco en iniciativas encaminadas a reducir el despilfarro de comida tanto en la distribución como en restaurantes y hogares. Sin embargo, la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) advierte de que el desperdicio de alimentos se produce de una manera alarmante ya a pie de campo, debido a la falta de soluciones fitosanitarias de las que disponen los agricultores para controlar las plagas y enfermedades que diezman las producciones mediterráneas.

El caqui es el último cultivo que ejemplifica la pérdida de frutos a punto de ser recolectados. Según un estudio técnico de AVA-ASAJA, la incapacidad para combatir eficazmente cotonets, moscas blancas y trips está provocando mermas que en algunas parcelas de la Ribera alcanzan hasta el 80% de la cosecha. Tanto las prácticas culturales como los tratamientos fitosanitarios realizados no han permitido evitar que alrededor de 60.000 toneladas de caquis se queden pudriéndose en el suelo y, por tanto, no lleguen a los consumidores.

En total, el desperdicio de productos agrarios valencianos supera las 162.000 toneladas de caquis, pero también de naranjas, mandarinas y almendras que ahora mismo se encuentran en campaña. En el caso de las naranjas Navels y Blancas, el Trips de la Orquídea, el cotonet Delottococcus aberiae (ambas plagas de reciente introducción) y la mosca de la fruta (Ceratitis capitata) están echando a perder en los huertos más de 55.000 toneladas. Las mandarinas son atacadas igualmente por el cotonet D. aberiae, así comopor ácaros y la mosca de la fruta, con una afección de unas 45.000 toneladas, principalmente de clementinas. Por su parte, la avispilla del almendro también se está expandiendo sin métodos de control al alcance de los productores, de forma que causa un desperdicio de 1.140 toneladas solo en las comarcas valencianas.

El estudio de AVA-ASAJA cuantifica las pérdidas económicas soportadas por la incidencia de las plagas y enfermedades en 51.851.000 euros, repartidos en 27,5 millones en cítricos, 15 millones en caqui y 9,2 millones en almendro. Asimismo, la organización agraria recuerda que también existen problemas sanitarios en otros cultivos mediterráneos como el olivar, la viña, el arroz o las hortalizas.

El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, asevera que “los informes de la FAO se quedan muy cortos a la hora de valorar el desperdicio alimentario en su conjunto, puesto que no tienen en cuenta las pérdidas que se producen en la fase de producción. Resulta absolutamente urgente que Bruselas cambie el rumbo de su política fitosanitaria para evitar que las plagas y enfermedades sigan campando a sus anchas. Ver campos alfombrados de fruta podrida por culpa de las restricciones de la UE es un insulto para el agricultor pero también para el consumidor, porque después de utilizar recursos como agua, fertilizantes, energía, etc. muchas cosechas quedan inservibles para su comercialización”.

Aguado subraya la doble vara de medir de Europa: “Ese desperdicio de alimentos solo sucede aquí, ya que mientras Bruselas deja a sus agricultores sin soluciones, ya sean químicas o biológicas, sí permite que países terceros introduzcan alimentos que han sido producidos mediante sustancias químicas incluidas en el Códex Alimentario Mundial pero prohibidas por la legislación europea. Los agricultores somos los primeros interesados en trabajar con productos seguros y estamos orgullosos de protagonizar la agricultura más respetuosa del mundo con el medio ambiente, pero no puede ser que en diez años nos hayan suprimido dos terceras partes de las materias activas fitosanitarias sin facilitarnos después una alternativa verdaderamente eficaz”.

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